Yo se que hay mil historias, millones... ¡Incontables!
de amores florecidos y amores inefables,
que perviven escritos con belleza sin par,
enseñándonos tanto sobre el arte de amar...
Porque amar es un arte que se aprende en la vida,
aunque a veces a fuerza de dolor se te olvida,
pero a pesar de todo sobrevive en la espina,
donde aún es la rosa la adorable inquilina.
Poco debe importarnos el amor de los otros,
mientras no comprendamos el que vive en nosotros,
porque nos alimenta, nos motiva y nos mueve,
así como la lluvia, que solamente llueve
sobre nuestra existencia, mojándonos la piel,
pues cuando llueve en otro... ¡Ya es la lluvia de aquel!
Y aunque es la misma lluvia y aunque es el mismo amor,
son nuestros cuando calan nuestro ser interior.
¿Como saber entonces si es del todo distinto,
el amor de nosotros o es tan sólo un instinto
que en tu naturaleza, como en toda la gente,
fluyen como dos gotas de la misma corriente?
¿Es la ilusión la forma de alguna sutileza,
con la que se disfraza nuestra naturaleza?
Yo te diré si quieres escuchar mi razón,
la forma en que te ama mi humilde corazón.
Hay amores alegres como los hay muy tristes,
tú en los alegres vives y en los demás no existes,
carnales son algunos, otros espirituales,
unos equitativos, otros ¡Tan desiguales!
Y muchos, casi todos son presa del hastío,
cuando apagado el fuego los avasalla el frío.
Pero ¿Te has dado cuenta que es nuestro amor sereno?
Es que así ¡Poco a poco! crece el amor más bueno.
Yo he visto en tu pupila como se mece el alma,
profunda y transparente como la mar en calma,
pero también te he dado tan ardorosamente,
mi sangre como un río, fluyendo en tu corriente,
y sin embargo sabes que no es sólo pasión,
que no es sólo deseo, por la misma razón
que descubro en tus labios no solamente el beso,
ni solamente el ansia ¡Mi amor es más que eso!
También debo decirte que de ti nada espero,
porque no espera nada quien se da por entero,
como no espera nada quien cultiva una flor,
pero recibe a cambio su perfume y color…
Y así pues soy el surco, cauce de agua y orilla,
y aunque no espere nada, si es tu amor la semilla,
yo seré buena tierra, para que la raíz
te sostenga en la fronda de una vida feliz.
Nada más, nada pido sino ver tu sonrisa,
jugueteando en mis ojos disfrazada de brisa,
y si un día te posas suavemente en mis ramas
y libremente dices que tú también me amas,
no hará falta decirte lo habrás descubierto,
que este amor es distinto creciendo a cielo abierto
y ese día en un beso finalmente sabrás,
que habiendo mil amores...
¡Yo puedo amarte más!
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