Desde mi ventanta veo pasar las estaciones cada año y siempre estoy que te suspiro y extraño, un millón de recuerdos tuyos están junto a mi cama y cuando duermo sueño que aún me amas. La soledad no es tan buena, aún más hoy que tengo el alma atada a tus cadenas y sabes que el atardecer no es tan hermoso si no descansas en mi pecho, sentada entre mis piernas.
¿Sabes? Por veces pienso que el rojo atardecer es un gran corazón como el mío, que fuerte palpita en mi pecho, pero que también al caer la tarde siente frío y de dolor por poquito está sangrando, pues está por tí deshecho. La noche para mí es un gran pañuelo, donde en su oscura tela derramo lágrimas y también envuelvo tristezas, desamor y desconsuelo.
Qué lástima que hoy no pueda verte sonreir, que no pueda verte junto a mí feliz, qué pena más grande la que siento, me duele no compartir contigo la cama y un millón de hermosos sentimientos, pero Dios sabe del porqué hoy no tengo de tus caricias ni de tus dulces besos, pero no importa, aunque de la vida y de este monótono cuarto me sienta víctima, me sienta preso, mañana... mañana no serás más que un recuerdo...
Un hermoso recuerdo de lo que pudo haber sido un amor inmenso, eterno... mientras, ahora, dentro de estas cuatro paredes, déjame seguir pensando en tí, en lo que pudo haber sido y no fue... es increible amar tanto y no llevar en el alma la sonrisa de ese amor... es increible amar tanto y no tener a mi lado a quien le entrego cada gota de mis lágrimas y cada latido de mi
corazón.
Alexander Valencia
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